jueves, 31 de mayo de 2018

La pesadilla





Se despertó con la boca seca y pastosa como si el día anterior hubiera bebido. La voz de su madre terminó de despertarlo, Alfredo vas a juntar el desayuno con la comida, ¿qué esperas para levantarte? Al abrir los ojos, en la pared, los Rolling Stones lo miraban drogados hasta el culo y al girarse vio el despertador colocado en la mesita que marcaba las las once y media, cuanto he dormido, pensó y esta sensación de resaca sin haber tomado ni una gota de alcohol, es por la mala noche que he pasado, se dijo. En el sueño aquella mujer que primero lo engatusó con la risa fácil y el esmero de los veinte años, una promesa de vida en común, un cariño lo que tú quieras y él que se sentía feliz, dejándose llevar, así durante un tiempo, inocente y ciego como un topo le dijeron luego las caras borrosas y grises de no sabía quién y venga a dar vueltas en la cama, sudaba y luego aquel torbellino de insultos, portazos, eres el mayor fracaso de mi vida, no hay quién te aguante, a ti tampoco, sería mejor que nos separáramos, esto ya no tiene solución y lo sabes, nunca estás en casa, estoy mejor en cualquier sitio, ya no te soporto, quiero el divorcio pero ¿cómo vas a hacerle esto a tu hijo? Y venga a llorar con una desolación tremenda delante de un espejo que no reflejaba su rostro, como si hubiera dejado de existir perdido en aquel bucle de acusaciones, pérdidas y angustia, hasta que despertó de aquella pesadilla y ahora un clic de su teléfono móvil lo saca del ensimismamiento, lo acerca y un nuevo mensaje de whatsApp “como este mes no me ingreses los 300 euros de tu hijo te denuncio”.