viernes, 1 de junio de 2018

Una casa en las afueras



 Cariño mira el maravilloso paisaje que contemplamos desde el porche, el bosque , los prados verdes, al fondo la cordillera y ese tono de la piedra caliza cuando le da el sol, el lago a nuestros pies, mira, fíjate, a veces desde aquí se ven esos pequeños remolinos, son los peces que saltan y vuelven a meterse en el agua. Nuestros deseos hechos realidad, la casa con la que siempre soñamos, lejos de todo y de todos, un mundo a nuestra medida, donde nadie nos moleste, tu y yo solos, amándonos como al principio, porque era eso de lo que se trataba, de que todo siguiera igual, ¿acaso no estoy yo aquí para complacerte? ¿O es que no te trato como a una reina? Soy tu esclavo, pídeme lo que quieras y se cumplirán tus deseos ¿para qué necesitabas las piernas? ¿Para huir de mi? Y ¿las manos? ¿Para blandir un cuchillo? Ahora debo irme a trabajar. ¿Quieres quedarte aquí en el porche, al aire libre? ¿O prefieres que meta la silla para casa y te acerque a la ventana del salón? Te quitaré la cinta de la boca, no grites, aunque si quieres puedes hacerlo, no te escuchará nadie, pero me resulta muy molesto cuando estoy aquí oír tus gritos y tus llantos, porque me hacen pensar que ya no me quieres como antes así que tendré que cortarte también las cuerdas vocales.

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