La mujer está sentada en la tierra resquebrajada y seca. Tiene la cabeza inclinada y los ojos cerrados, que sólo abre para espantar con su mano las moscas que se posan en su rostro y en el del niño ventrudo y cabezón colgado de su teta escuálida. Otro niño, vestido con una camiseta sucia que no llega a taparle las nalgas, corretea a su alrededor con sus piernas raquíticas y combadas. Desde que está aquí se acuerda mucho de su abuela y de los días que la acompañaba a trabajar a la casa de la señora blanca. Era una mansión de planta baja con un pasillo largo lleno de puertas y un enorme porche con sofás, desde donde se veía la pradera ocre de la sabana. Al volver a la aldea las rodeaban las hierbas altas, mecidas por la brisa, y en el horizonte, protegiéndolas, la montaña sagrada. Cuando levanta la cabeza, sus ojos desesperanzados sólo ven un horizonte de alambradas y tierra parda.
"Y aún me atrevo a amar el sonido de la luz en una hora muerta, el color del tiempo en un muro abandonado". Alejandra Pizarnik
miércoles, 17 de diciembre de 2014
lunes, 15 de diciembre de 2014
Objetos inservibles
Llevaba dándole vueltas a la cabeza desde que el día anterior había leído aquel artículo en el periódico. Minimalismo en la vida diaria... desprenderse de cosas inútiles acumuladas a lo largo de los años... tirar un objeto cada día... Decidió llevarlo a la práctica y comenzó a meter en una maleta todo aquello que le pareció inútil; en la habitación de su hija, que hacía un par de años que no vivía con ellos, el despanzurrado oso de peluche y la raída manta de cuadros de colores; en el dormitorio conyugal, aquel ridículo joyero de conchas, comprado durante su luna de miel en la isla de la Toja y el horripilante cuadro de San Sebastián asaeteado, regalo de boda de una tía de Antonio; en el vestíbulo, el payaso de sonrisa siniestra de la estantería y el reloj de cuco, sin cuco, de la pared. En el salón Antonio la recibió con un sonoro ronquido de su boca babeante y ella, procurando no despertarlo, continuó con su recolección de objetos inservibles.
Cuando su marido despertó, encima de la mesa, había una nota: “Volveré por la noche. En la puerta tienes dos maletas. Una tiene tus cosas, la otra, los trastos inútiles. De la que te marchas tírala a la basura."
Cuando su marido despertó, encima de la mesa, había una nota: “Volveré por la noche. En la puerta tienes dos maletas. Una tiene tus cosas, la otra, los trastos inútiles. De la que te marchas tírala a la basura."
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