En
mi fase de ninfa viví durante un tiempo en el huevo hasta que, un
día, salí al exterior. Una vez fuera abandoné el color blanco de
mi anterior etapa y fui oscureciéndome hasta tomar el color que
tengo ahora, negro brillante. Estuve un tiempo viviendo guarecida al
calor de la cocina, un artefacto de hierro al que echaban piedras
negras, acompañada durante ciertos momentos por otro ser que en nada
se parecía a mi. Una criatura peluda de cuatro patas con ojos de
color naranja que tan pronto se estiraba como se encogía en un
ovillo.
Una
noche que no estaba la criatura de cuatro patas, decidí aventurarme
más allá de aquel estrecho espacio en el que me movía y al amparo
de la oscuridad y pegada a la pared llegué a otro habitáculo. Desde
el suelo trepé por una superficie cálida y mullida, hasta que me
encontré otra textura diferente, en la que mis patas espinosas iban
trazando una pequeña huella. En mi periplo, descubrí hirsutas
briznas negras, ásperas durezas, sedosas hebras entrelazadas como
bosques de altas hierbas, espacios ahuecados, protuberancias
esponjosas, diminutas cavidades, suaves colinas, hasta que llegué a
una alta montaña que subía y bajaba. Me encaramé a lo más alto y
desde allí contemplé lo que había al otro lado. Al fondo de una
empinada cuesta, una vaguada y un poco más allá, una oquedad que se
abría y se cerraba. Me lancé hacia abajo en una loca carrera, las
antenas se me enredaban en las delgadas lianas que había en la
brusca pendiente, mis patas luchaban por mantener el equilibrio y
continúe resbalando hasta que el escudo de mi cabeza chocó contra
algo. Me levanté y ascendí hasta la abertura de la caverna. De
repente, cuando se abrió, un remolino me arrastró hacia adentro y
caí en una rampa blanda y viscosa. Mis tráqueas se taponaron con
una sustancia blanquecina y cuando estaba a punto de ahogarme una
tromba me expulsó hacia el exterior. Una violenta claridad apareció
de repente e intenté huir.
-¿Qué
haces? ¿Porqué enciendes la luz?
-No
sé... Es que me parecía que tenía algo en la boca.
-¡Ahhh!
¡Qué asco! Mira, encima de la manta, una cucaracha ¡Corre!
¡Aplástala con la zapatilla!
No hay comentarios:
Publicar un comentario