lunes, 27 de mayo de 2013

En compañía

-Si te digo la verdad no sé si mi mujer me dejó porque bebía o bebo porque mi mujer me dejó- dijo el hombre intentando mantener el equilibrio en el alto taburete de madera.
 Detrás de la barra brillante y pringosa, el largo espejo, que ocupaba la mitad de una pared amarillenta y sucia, devolvía la imagen de un hombre de cara abotargada, en cuya tez violácea resaltaban unos ojos saltones y una redonda y pronunciada nariz rojiza. Al fondo las sillas y mesas de formica marrón, vacías y derrotadas en la penumbra oscura del atardecer.
 La temblorosa mano del hombre del taburete cogió el vaso de vino que había encima de la barra y de un solo trago apuró su contenido. Luego una tos bronca y espesa lo dobló en dos. Con los ojos aún lacrimosos por el ataque de tos, apoyó los codos en la barra, se sujetó la oscilante cabeza con los manos y, mientras miraba la imagen distorsionada del espejo, continuó:
-Pues como te iba diciendo… pues eso… que si te digo la verdad... no sé si mi mujer me dejó porque bebía o bebo porque mi mujer me dejó.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario