miércoles, 11 de diciembre de 2013

Extras


No me vendrá nada mal el dinero. Con esto y la limpieza de los portales los fines de semana le pago la ortodoncia a Sara. Y con un poco de suerte, si su padre me envía la mensualidad me llega para las clases de inglés. Aunque si le pago la ortodoncia tendré que olvidarme del gimnasio durante un par de meses. ¡Uf qué frío! A ver si esto se termina pronto y nos marchamos. ¿Y el tipo ese de la cazadora de cuero? Me está poniendo nerviosa. Qué forma de mirarme. Me siento como si estuviera desnuda, hasta el hígado, creo, que ya se imagina. Pues hoy, dadas las circunstancias, voy discreta. Con esta faldita negra entallada y la camisa de rayas blancas y negras abrochada hasta el penúltimo botón no se pone ni Robinson Crusoe. Aunque quizá estas medias de encaje sobraran y los tacones de aguja puede que no sean los más acertados, pero es que de color negro no tenía otros y pensándolo bien la falda quizá sea un poco corta...
Vaya buena que está la tía esa y lo está pidiendo a gritos. ¿Qué será del difunto? ¿La hija? ¿La nieta? ¿La esposa? Aunque ahora que recuerdo en la esquela no aparecían ni hija, ni nieta ni esposa. ¿Y ese de la gabardina gris? Pinta de matón si que tiene o de policía camuflado, de la secreta. Me está agobiando, tanto mirar alrededor, como si de un momento a otro fuera a salir alguien de detrás de una lápida. Bueno y a mí que coño me importa. Al fin y al cabo yo estoy aquí por lo que estoy. Con esto y lo que saque de la donación de semen me compro la Kawasaki de segunda mano del taller de Manolo. Y a esa la entro nada más terminar el velorio, que ya me mira encelada, que la veo yo...
Estoy seguro, a ese lo enviaron para cobrar. Y si no pago ya sé lo que me espera. Hace una semana que se me terminó el plazo. La pistola seguro que la tiene en el bolsillo interior de la cazadora, por eso mete la mano ahí dentro cada poco. Si ya me lo decía mi difunta madre, hijo, deja de jugar, que eso sólo te traerá problemas. Pero no puedo, es algo que se te mete en la sangre, te la emponzoña y ya no vives nada más que para eso. Y con esto ¿qué soluciono? Ni la cuarta parte de lo que debo. ¡Ay! Lo que yo daría por volver a tener los años de esa chiquita rubia. ¿Será la nieta del finado? Porque triste parece que lo está...
Si sumo lo de hoy, las tardes cuidando al vejete y un par de polvos en el club de Chus, me pago la matrícula. ¡Puta vida esta! Sin beca, sin trabajo, porque ya ni de camarera, desde que llegaron los sudacas y reventaron al mercado, nada de nada, que por cuatro cuartos se desloman. ¿Y estos tres? ¿Serán familia? O ¿estarán como yo? Quién me iba a decir a mi que para sacarme unas pelas iba a trabajar de extra en un entierro... Tipo raro este que después de muerto paga por la compañía.

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