domingo, 8 de diciembre de 2013

Mala suerte

La primera vez intentó ahorcarse, pero la cuerda se rompió en el momento que pegó la patada a la silla y su cuerpo quedó suspendido en el aire. Otro día tomó pastillas y un violento e inoportuno ataque de tos le hizo vomitarlas. Una semana más tarde metió la cabeza en el horno de la cocina y abrió el gas. Cuando despertó, comprobó desolado que sólo consiguió quedarse dormido, pues la bombona estaba terminándose. En el cuarto intento se tiró por la escalera, se rompió un brazo, la cadera, la pelvis y varias costillas. Tras varios meses en el hospital lo devolvieron a la residencia. Dos días más tarde, por la noche, le dio un ataque cardiaco. Su vecino de habitación llamó a la cuidadora que avisó a los servicios de emergencia. Lo sometieron a una reanimación cardiopulmonar durante media hora y le salvaron la vida. Hoy vegeta en una silla de ruedas. No habla, no se mueve, no saben si oye, si ve, pero de su ojo derecho mana constantemente una lágrima que, a lo largo del día, forma un pequeño charco. 

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